Los planetas son como las almas de la gente, tienen su propio espiritu...
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Sentimientos de pánico a lo desconocido y a lo conocido.
De repente el huracán comenzó a calmarse, a relajarse y a sentir como desde lo lejos GEA, su alma gemela. Se iba acercando a ella, poco a poco, con una calma y tranquilidad...Acercándose a través de su nueva órbita para por fin acoplarse a ella.
Del mismo tamaño, del mismo material que la Tierra era GEA. Sólo que GEA era la paz, la tranquilidad, el amor universal que le hacia falta a Tierra.
Ellas se acoplarón perfectamente. Formando un sólo planeta. Más armonioso, más puro, con más fuerza para seguir luchando hacía nuevos retos.
Pero la sombra del ayer le perseguía continuamente. Aquellas experiencias pasadas habían hecho mella en ella, de tal forma que incluso se convertía en una barrera para conseguir su cambio.
Su espíritu latía fuerte dentro de ella. Y su voz interior le repetía que debía seguir hacía delante. Mirar hacia atrás era algo que ya no le servía de nada, sólo para volver a la oscuridad.
Algo dentro de ella necesitaba conocerse. Su espíritu aventurero y la curiosidad por descubrir cosas nuevas, hacían que sus fuerzas volvieran a resurgir e ir rompiendo los muros del miedo y del dolor.
